
Todos estos valores se han ido deteriorando en las últimas décadas a favor de la vulgaridad, la simpleza y la falta de humanidad cuyos efectos estamos padeciendo en esta sociedad en la que los valores principales muestran con orgullo su débil solidaridad.
¿Quién dice habitualmente “Buenos días” a la entrada de un ascensor, o al llegar a la oficina?, ¿Quién ayuda a cruzar un semáforo a un invidente?, ¿Quién cede el paso o el asiento a una persona mayor o embarazada?. Eso sí, la mayoría de los ciudadanos cruzan el paso de peatones en rojo. He llegado a ver personas con sus mascotas que ellas mismas se niegan a cruzar. Eso quiere decir que hay animales con más responsabilidad que su propio dueño.
Gestos y hábitos como los que os estoy contando ya no son tan habituales, y en algunos casos hasta les parecen ridículos. La señora televisión, la inadecuada utilización de las nuevas tecnologías, la torpeza de algunos padres por dejar en manos de los planes de educación la formación de sus hijos, en donde la cultura tradicional y los buenos hábitos se confunden con el consumismo, la falta de responsabilidad, y las oportunidades.
Antes había tiempo para sentarnos todos juntos a desayunar, a comer, e incluso a cenar, respetando la hora y los modales que conllevaban esos importantes acontecimientos. Hoy todo ha cambiado, y lo normal es tirarse a la bartola en un sofá y engullir en dos bocados una suculenta baguette de jamón y queso o una pizza.
La comunicación con los seres humanos se ha perdido, las buenas noches se dan al despedirse del ordenador en los chateos, y al abuelo que lo parta un rayo. El volumen de los altavoces de los vehículos no tiene límite, tampoco lo tiene el alcohol en el tan sonado botellón, y hasta las papeleras descansan felizmente por falta de contenido.
Las bolsas de plástico del supermercado, no solo son motivo de obstrucción por acumulación en el intestino de algunos mamíferos como las ballenas, sino que tardan quinientos años en destruirse. ¿Quién ha roto el eslabón de unión que mantenía fielmente inseparable generación tras generación las buenas prácticas y costumbres heredadas desde hace tanto tiempo?.
Quizás no sea el momento oportuno de echar las culpas al sistema, a la moda, al pasotismo actual, a los medios de comunicación, ni siquiera a los padres y educadores, pero si que veo necesario que reflexionemos unos momentos en aras de intentar mejorar los valores morales y educacionales de los cuales siempre hemos estado tan orgullosos, y que seguro necesitan un poco de atención por parte de todos.
Si existe algún culpable, será el tiempo y la madre naturaleza quien lo pondrá en el sitio que se merece. Por último, recordar que saludar, dar la mano, dar los buenos días, un cariñoso beso o un abrazo, y recoger un papel del suelo, no son prácticas que vayan en contra de la crisis, todavía, gracias a Dios son gratis.
Saludos.
Miguel Sánchez del Río González-Anleo