Tarde fría, obscura y con trazas de tristeza. El sol envió algunos rayos que supieron a poco, dando paso a su ocultación por el Oeste sin poder ver su lenta despedida hasta el amanecer. Las nieves han enharinado la cima del Gorfoli pero se han ido en un abrir y cerrar de ojos, dejando paso a comenzar alguna tarea que impida indicios de aburrimiento, pues el móvil y la televisión son mis enemigos que hacen correr el tiempo sin aprovechamiento alguno.
El silencio de la tarde me obliga a continuar leyendo un libro interesante de Luis Rojas Marcos, titulado "Estar bien aquí y ahora" que adquirí en una librería de un precioso pueblo llamado Valderrobres (Teruel) el día de mi cumpleaños. Dicho libro lo tenía en lista de espera, y ahora me arrepiento de no haberlo leído antes, pues es muy cautivador, y le sobra el separador de hojas, pues es de los que empiezas y no lo sueltas hasta no haber leído la última página.
A pesar de mi profesionalidad en la informática, los libros tengo que leerlos como toda la vida, en papel. Solo tengo un pequeño inconveniente, y es el tamaño de la letra que al menos debe ser Arial 12. Su olor me cautiva y su tacto me seduce.
La historia y los enigmas del cerebro son mis aliados, pero cualquier papel u objeto que lleve impreso o tallado cualquier tipo de letra tiene en mí un proceso de curiosidad por conocer su significado.
Disfrutar leyendo un buen libro, te impide cerrar los ojos nada más que, para analizar ciertas frases que precisan unos segundos para almacenar en tú memoria o que el sueño puede vencer tú apasionante lectura.
La lectura que hoy puedes obtener de la prensa, además de recurrente trata unos temas difíciles de digerir, es más yo diría que un 80% de lo que se escribe es falso, incoherente, sin análisis previo y por supuesto todo vale para rellenar páginas en blanco. Se está aplicando la nueva moda de "maricón el último" y que casualidad que todos los dardos entran en el círculo de la diana.
Hemos hablado de leer, pero si cambiamos la lectura por la visualización de esa caja tonta llamada TV, es para llorar de pena. Las noticias todavía son más recurrentes y con mejores medios para intentar reflejar en nuestros ojos verdaderas barbaries cuya mayoría son incomprensibles. No trasmiten noticia alguna que contenga cierto valor interesante, todo son penas, lágrimas, desastres, corrupción y cortinas de humo dirigidas por los que les interesa que vivamos en un continuo estado de preocupación y malestar social.
No creéis que sobran todos esos programas incultos, cuyo objetivo es distraer a los televidentes y arrastrarlos hacia unos pensamientos propios de unos idealistas que les importamos un pito. Lo que podría ser un medio atractivo para mejorar nuestra educación, cultura, conocimientos y profesión es desaprovechado sin sentimiento de culpabilidad alguno.
Con la radio ocurre lo mismo, sólo que se enfoca más a la competencia entre ellas, resaltar noticias internacionales y sobre todo incluir a esgalla la pelotita del perrito llamado Futbol. Cuando se darán cuenta de que deportes en España tenemos de todo, pues su dedicación, medios y recurrentes informativos rebasan la paciencia de la mayoría de los oyentes.
Ojalá la nevera, la caldera de gas, la propaganda y el lavavajillas fueran medidos de comunicación para proceder a apagarlos también.
Saludos
Miguel Sánchez del Río González-Anleo