Es una estación de cambios importantes en condiciones normales que, con el cambio climático puede variar: Las temperaturas bajan, la humedad aumenta, las horas de luz se acortan, las hojas de los árboles de hoja caduca comienzan a caer y la presión atmosférica disminuye.
El cuerpo humano también acusa de una forma eminente este cambio descendiendo su temperatura corporal, disminuye la producción de la hormona de la felicidad (Serotonina), y aumenta la hormona del sueño (Melatonina). Estos cambios producen en nuestro cuerpo unos trastornos que aumentan nuestro sueño y síntomas de cansancio generalizado que disminuyen nuestras ganas de realizar actividades rutinarias y de complemento.
Sus efectos no son todo negativos, pues disfrutar de la belleza paisajista que producen los árboles en sus bosques por la caída de la hoja es espectacular, y al igual que ver la floración de los cerezos en el Valle del Jerte, merece la pena esperar estas fechas.
El tiempo baja la temperatura ambiental y como dice mi amigo C. Herrera, es hora de ponerse una Rebequita por las mañanas y al atardecer. Nos toca sacar del armario las suaves mantas de lana y edredones, así como la ropa de temporada que igual nos aprieta por los excesos veraniegos.
El descenso de nuestra temperatura corporal nos incita a ingerir más calorías sustituyendo las frías cañas de cerveza en el bar, por cálidos caldos de pita y pescado, y por supuesto variar nuestros ligeros menús por deliciosas sopas, guisos, carnes y embutidos acompañados de buenos vinos tintos, siempre que nuestra salud nos lo permita.
Los días parecen más cortos y la noche tan larga nos priva de esa luz que entra por nuestras ventanas, lo que nos obliga a activar el interruptor de la luz eléctrica. Energía cuyo precio en estos momentos nos está poniendo en apuros. No me extrañaría que tengamos que volver al candil y las velas de cera. Lo mismo ocurre con nuestras modernas cocinas y calefacción alimentadas por gas, igual tenemos que volver a nuestra legendaria cocina de carbón y leña incluido su depósito para almacenar el agua caliente en la parte superior, y que en poco tiempo se veía adornado de remaches por perdidas de agua en momentos inoportunos. Las amas de casa destrozaran sus uñas de tanto limpiar la chapa, o utilizaran Foster para darle cierto efecto de belleza.
Durante este periodo aumentan las bacterias y los virus, por lo tanto hay que respetar las indicaciones de sanidad y respetar los periodos de vacunación de la gripe y las posibles pandemias. Una gran parte ocurre por vía respiratoria, por eso las mascarillas no debíamos de olvidarlas en casos que veamos su utilidad en ambientes contaminados.
Este otoño nos piden medidas de ahorro en los consumos de energías que utilizamos habitualmente. Creo personalmente que ya venimos haciéndolo desde hace meses y años, pues nuestros bolsillos no dan para más. Haber negociado entre los paises de la Unión Europea el cierre automático de energías denominadas como combustibles fósiles, sin antes tener a nuestra disposición energías alternativas en cantidad suficiente antes de hacer el cambio, es igual que ponerse a elaborar una fabada sin antes tener les fabes en remojo del día anterior.
No tenemos solución, somos humanos y seguiremos metiendo la pata hasta el final de nuestros días.
Lo que no podemos olvidar este otoño es de festejar la Seronda en todos los pueblos de Asturias, recoger las nueces, las manzanas y las castañas. Hay que probar la sidra dulce que nos quitará
el amargor por el cual estamos pasando.
Un abrazo
Miguel Sánchez del Río González-Anleo