Cada semana dedico unos días a realizar un ejercicio físico llamado "Caminar" que, además de ser beneficioso para la salud y poder saludar a los amigos, tienes la oportunidad de observar el estado, aspecto, limpieza y conservación de nuestra Villa y alrededores.
Suelo tener dos itinerarios fijos, los cuales tienen una duración aproximada de dos horas. Uno es subir hasta la bifurcación de San Cristóbal con Miranda y girar a la izquierda; luego el Caliero, Miranda, El Corte Inglés, el Quirinal y vuelta para casa. El otro es el que más me gusta y es bajar al Quirinal, atravesar el centro y dirigirme hacia el paseo de la ría hasta la rula. En la ida no me gusta, pues miras a la derecha y el aspecto de la ría es horrible, no sé si tendrá la culpa el color del agua el río Arlós, o algún otro que desemboca allí. Así todo, suelo charlar con amigos que realizan también el recorrido o algún que otro marinero.
Al retorno de la rula, siempre observo un edificio que es para mí un símbolo de Avilés el cual me lleva a recordar las fábricas de conservas lindantes con él, donde mi padre me enviaba a comprar "Carnada" para salir a pescar. Ese edificio siempre lo conocí como las naves de Balsera. No se quien es el propietario en estos momentos, pero las ha pintado francamente mal la cara y dan un aspecto de abandono total.
Es una pena más, cómo los símbolos de nuestra Villa no son aprovechados como patrimonio turístico y disfrute de todos los avilesinos.
Yo sueño con ellas, y las veo completamente restauradas por dentro y por fuera manteniendo su bonita figura. Pero dentro veo algo más. Avilés podría disponer en ese espacio grandioso la representación de sus barrios, asociaciones deportivas, representaciones culturales y tradiciones propias de su idiosincrasia marinera e industrial para enseñar a los visitantes un museo presencial y activo que sería el orgullo de todos los avilesinos.
Saludos
Miguel Sánchez del Río González-Anleo