sábado, 27 de febrero de 2021

TIC, TAC

Hace tres decenas de años, los relojes de pulsera sonaban de esta forma y si no les dabas cuerda se paraban sin aviso alguno. Además, los que provenían de Suiza disponían de una maquinaria perfecta y sus ejes giraban en el centro de unos rubís que evitaban su desgaste, retraso o adelanto convirtiéndolos en una máquina de precisión que marcaba el tiempo con plena exactitud. A partir de aquí, todos han sustituido su compleja maquinaría por el cuarzo que precisan de impulsos eléctricos para su funcionamiento. Más rápidos no van, lo cual nos indica hemos sido nosotros mismos los que hemos forzado correr más veloz el paso del tiempo.

En esos años íbamos al colegio andando cargados con nuestros libros y plumieres desplazándonos ciertos kilómetros sin mostrar cansancio alguno, ahora el autobús es imprescindible. Las cocinas de nuestras casas utilizaban combustibles como la leña o el carbón, y las comidas se elaboraban a fuego lento. Nada de comida rápida, olla a presión, ni preparada. En esa época la factura del gas y la electricidad no nos daba sustos a fin de mes. 

Nos traían la leche, la miel, el pescado y otros productos a casa directamente. El pan no hacía falta, pues panaderías a un paso había de sobra, además duraba tierno casi toda una semana. 

Los medios de transporte en la ciudad eran más lentos, pero más ecológicos como el tranvía. El parque móvil era mucho más reducido y no había zona azul, es verdad que utilizaban combustibles derivados del petróleo, pero se oían a su paso. Hoy los eléctricos pueden ser una solución en el futuro, pero ahora mismo son tan pocos y tan silenciosos que provocan accidentes al ser desapercibidos por los transeúntes. Antes la entrega de un vehículo era de 3 a 4 meses, incluso más. Ahora es inmediato, es más, los stocks de vehículos están abarrotados y obligan a parar las factorías de automóviles.

Oyes comentarios que los robots están diseñados únicamente para ayudar al operario  y protegerlo de tareas que pueden ser peligrosas en su actividad, pero nunca para sustituir al trabajador. Mentira más gorda no se la cree nadie. Los robots, además de poder hacer lo anterior minimizando los indicadores de seguridad en el trabajo, hacen actividades más precisas que los operarios y pueden sustituir a estos en cualquier proceso productivo. Hace años que los comités de trabajadores franceses viene reclamando al Gobierno que cada robot aporte a la Seguridad Social lo mismo que un trabajador, pues cada uno puede sustituir a una media de cinco operarios. En este caso la productividad es la que manda.

Algo común nos compara entre esas épocas, antes se pagaba en las tiendas apuntando en una libreta y ahora casi todos pagamos con el móvil. La moneda tiende a desaparecer. Aunque antes los teléfonos todos eran negros y parecían tricornios, ahora son verdaderos computadores de tamaño irrisorio y de todos los colores.

En esos años de los sesenta, los medios de comunicación eran el periódico y la radio de válvulas, hasta la llegada del transistor de grandes dimensiones que apoyaban en el hombro los trabajadores de Ensidesa desde su casa al trabajo para informarse o escuchar música de su tierra.

La tecnología está avanzando con una rapidez imparable que si no eres capaz de adaptarte te quedas obsoleto en un santiamén.

Hace unos días comentaba con un director de banco, cómo eran tan despreocupados de las personas mayores, cuando en varias ocasiones ya me ha tocado sacar dinero en un cajero automático a varias señoras, y me daban lástima pensando en que podrían haber caído en manos de un delincuente. La respuesta ya me la esperaba, "Tenemos que reducir personal (Aumentar productividad) y la solución es la digitalización de las oficinas". 

Con esta velocidad de crucero que hemos tomado estamos logrando: sobreproducciones, desigualdad de población producida por la globalización. Migración forzada producida por guerras y desestabilización de la economía de un determinado País. En fin, el reloj de la vida no se para y siempre va de segundo en segundo marcando un tiempo invariable.

De verdad necesitamos correr tanto, batiendo incluso récords de velocidad en nuestras tareas, actividad de nuestros hijos (ya no disponen de tiempo para sus juegos), alimentándonos con comida basura por no disponer de tiempo para cocinar, fabricando equipos con chips incorporados que les da un tiempo de funcionamiento (obsolescencia) y se averían para cambiarlo por otro.

Esa es nuestra vida que, alguien tirando de unos hilos nos convierte en marionetas y vamos haciendo lo que ellos quieren. ¿De verdad eso es lo que queremos?. Apartamos nuestras verdaderas necesidades: Salud, Trabajo, Seguridad, Educación y Cultura por iniciativas propuestas por personas insociables capaces de arrinconarnos en una esquina e inhabilitar todos nuestros valores, ilusiones y sueños de una sociedad que mira hacia un futuro incierto de habitabilidad en un hermoso planeta llamado Tierra.

Ya no les vale esa velocidad con la que quieren habitar otros planetas cuyo objetivo es imponer el poder y la extracción de nuevas materias primas capaces de diseñar aparatos bélicos y tecnológicos, anulando nuestras actividades manuales, de inteligencia, y científicas. Si destinásemos todos esos gastos a eliminar pandemias, hambre y una vida más sosegada para el ser humano, esta vida es posible que nos fuese más agradable.   

Saludos

Miguel Sánchez del Río González-Anleo             

 

    

23F YA TIENE 40 AÑOS

Como todos sabéis, hoy celebramos el cuarenta aniversario del primer intento de golpe de estado de la Democracia Española. Éramos todavía unos yogurinos y no conocíamos la Constitución que habíamos suscrito para que, sin darnos cuenta, una tropelía de palurdos que no sabían de que iba este juego, intentan acojonarnos con una serie de actuaciones entre las cuales está el asalto al Congreso el 23 de febrero de 1981 a las 18:23 horas. Antonio Tejero y sus disciplinados guardias civiles nos pusieron firmes a toda España en un abrir y cerrar de ojos que duró 18 horas.

Parece imposible que, excepto Adolfo Suárez, Manuel Gutiérrez Mellado y Santiago Carrillo fueron los únicos que dieron la cara. Todos los demás asistentes en esos momentos, se escondieron debajo de su sillón que, posiblemente les quedaba grande ante unas simples ráfagas de ametralladora que apuntaban al techo.

En las casas particulares, todos nos pusimos nerviosos, incluyendo aquellos que le gritaban a la mujer "Prepárame la maleta". Muchos se dirigían al monte, otros muy sudorosos, escuchaban las noticias inquietos por los acontecimientos y la música militar. Muchos españoles conscientes de los que estaba ocurriendo, entre ellos yo, esperamos que llegara la normalidad y el martes nos fuimos a trabajar como un día normal.

Los inquietantes momentos que estábamos atravesando por la influencia de los atentados de E.T.A., y la crisis del petróleo, no eran lo suficientemente determinantes para crear unos planes todavía con trazas ideológicas de una solución innecesaria la cual sólo serviría desestabilizar una Democracia que acababa de comenzar. 

Y así fue, las personas con un mínimo grado de experiencia, cultura y razonamiento aconsejaron en el mínimo tiempo posible al Jefe del Estado, y éste sin duda alguna, consiguió con sus palabras en televisión desmantelar esa revolución ridícula que, salvo todos los documentos todavía secretos que no saldrán a la luz hasta 2029, formarán parte de la memoria histórica de una España de sobresaltos.

Dada la cantidad de posibles relatos que puedan existir sobre este tema, lo que sí realmente cierto es el video grabado por televisión y que será testigo por muchos años de ese momento. No vendría mal que en plan educativo se transmitiese a nuestros hijos y nietos algo que sucedió realmente y que como toda historia se puede volver a repetir.

Saludos

Miguel Sánchez del Río González-Anleo