lunes, 6 de junio de 2022

METER LA PATA

Si analizamos la expresión "meter la pata" podemos encontrar varias versiones en la cultura popular, pero todas convergen en una torpeza inoportuna provocada por alguna persona en concreto. En este caso, dudo que sea por error y ha sido estudiada una vez más, con conocimiento del mal que le permite enjuiciar moralmente los requerimientos de una Villa y sus ciudadanos.

Los avilesinos somos francos a la hora de solicitar requerimientos urbanos realistas y propuestas de mejora para seguir construyendo una ciudad moderna compatible con nuestra larga historia. 

Somos conscientes de las prioridades urbanísticas, cosa que parecen desconocer el órgano compuesto por todos los Concejales y Alcaldesa. Si verdaderamente estuvieran al día de lo que pasa en la Villa, no habría ese malestar y confusión ciudadana perjudicada e incomoda por las tomas de decisiones totalmente erróneas. 

Yo aconsejo ir apuntando, aunque sea en el almanaque, todos esos errores cometidos en nuestra contra para cuando llegue la hora de la verdad "Elecciones", introducir en la urna la papeleta correcta de un colectivo que cumpla con las peticiones de la Villa.

Me preguntareis ¿Miguel a que viene todo esto?. Pues os puedo contestar con toda mi sinceridad que, no se puede destruir nuestro patrimonio sin antes tener un consenso unánime. Tampoco se pueden organizar eventos en aquellos lugares  que ocasionan diversidad de opiniones. Se necesita una planificación previa capaz de agradar a la mayoría. Tampoco se pueden hacer nombramientos de Polideportivos en contra de los ideales de una persona que, sufriendo en su interior, tiene que acoplarse a decisiones finales desacertadas. 

Lo siento amigo Enrique, al igual que la fuente de la plaza Pedro Menéndez hemos sido incapaces de cumplir con nuestro sueño, sobre todo el de Begoña. Pero lo físico no importa para algunas personas sin alma, sin cultura y las mínimas trazas de suficiente experiencia para regir una Villa como Avilés.

Lo más importante para todos nosotros es que todavía queda un hueco en nuestro corazón para todo aquello que sentimos nuestro,
aunque no se encuentre amurallado.

Saludos

Miguel Sánchez del Río González-Anleo