Nadie puede discutirme que estamos pasando una época en la cual prefieres pasar unos momentos agradables hablando del pasado que, ponerte de mal humor, pensando o hablando de nuestro presente y futuro inmediato, los cuales son para mí polémicos e impredecibles. Quizás mis palabras sean demasiado aguerridas, pero quieren transmitir noticias que nos llegan a diario demasiado concurrentes, cuyo significado te deprime.
Sus consejos te invitan directamente a interpretar enormes dudas que no sabes en qué lado posicionarte. Tus propios valores obtenidos en eso llamado vida, más bien parecido a una carrera de obstáculos, y producto de muchos años de experiencia son incompatibles con todo lo que está ocurriendo en esta sociedad.
Las pequeñas mentiras se están convirtiendo en verdades, cada instante es más difícil poder diferenciar lo bueno de lo malo, también tienes dudas en apreciar el género de las personas a la primera.
Los consejos dirigidos cada cierto tiempo por las instituciones a través de los medios de comunicación indicando tolerancia "0", no son eficaces. Es más, yo diría que es tirar el guante a los ejecutores para que ejecuten su venganza.
Cada día oímos incongruencias como "Aumentar el gasto" y ahora "Ahorrar en todos los consumos y servicios". Alguien puede explicarme cómo podemos resistir millones de anuncios de publicidad y marketing invitando a comprar infinidad de productos que no son imprescindibles y además soportar llamadas telefónicas a horas intempestivas de múltiples empresas ofreciendo servicios y otros productos.
El ciudadano de a pie, debe disfrutar de su protección de datos eficientemente protegida por la Ley y exigir que el Defensor del Pueblo por el cual es conocida, aplicarla sin ninguna duda.
Cómo podemos ayudar a un País que está perdiendo sus valores y su cultura a pasos agigantados sin darse cuenta de sus implicaciones.
Que cultura transmitimos al exterior, cuando los que vienen de fuera y nosotros mismos no somos capaces de respetar unas simples normativas de urbanidad.
Ves personas sentadas en los bancos dejando en el suelo infinidad de cascos de pipas de girasol. Chicles pegados en las aceras. Papeles, mascarillas y envases tirados a un metro de las papeleras. Excrementos de animales cuyo deber de recogerlos es responsabilidad del dueño. Esquinas de bajos comerciales con la orina de algún que otro ciudadano. Parques infantiles destrozados en poco tiempo de su instalación. Viandantes que no respetan los semáforos y algún que otro vehículo que tampoco. Patinetes provenientes de las nuevas tecnologías circulando por las aceras y en vías prohibidas poniendo en riesgo de accidente a los ciudadanos. Por supuesto circulan sin casco ni seguro y a veces lo ocupan dos usuarios.
Os sigo comentando casos que producen gastos e incrementan los presupuestos y se podrían evitar para que nos bajasen los impuestos.
Motos con el escape libre, vehículos con el claxon activado en cada momento, hasta para saludar al vecino, otros no respetan las señales de velocidad. Dónde están los vigilantes llamados Policía Local y que no deberían limitarse a ejecutar una sanción, si no explicar claramente al infractor cuál es su obligatoria actuación ciudadana.
Ahora limpiamos más las ciudades pero solo porque ensuciamos más. Ponemos badenes en las calles porque los conductores no respetas las señales de velocidad. Ponemos más radares por el mismo tema anterior y además no hay medios suficientes.
Acudimos más a los bares y cafeterías, pues no tenemos locales públicos para realizar nuestras necesidades fisiológicas. Compramos televisores de 60", cuyo tamaño visto de cerca es dañino para la vista y el motivo es que no hay cines en el centro de la ciudad. Nos compramos ropa, calzado y otros complementos que tenemos en abundancia, solo por cumplir con las dichosas rebajas que se trata de un exceso de producción. Consumimos comida basura (Fast food) y dejamos las sobras y envases consumidos en las aceras y bancos. Abandonamos muebles, colchones, ropa, etc. al lado de los contenedores en fechas y horas que no está prevista su recogida. Seguimos mezclando todos los residuos, no por ignorar la normativa. Seguimos tirando por los desagües productos químicos que finalmente acaban en la mar o en los ríos, y luego nos quejamos que el pescado tiene mucho mercurio.
Seguimos haciendo barbacoas cerca de los bosques y luego lloramos cuando se provocan los incendios. Ya no digo de los impresentables que tiran su cigarro por la ventanilla de su vehículo, y vacían sus ceniceros en la propia calle aparcados en zona azul.
Permitimos a los indigentes, músicos callejeros y otros artistas del grafiti ejercer su actividad en las calles, dormir en los cajeros automáticos
entre cartones y seguir pidiendo dinero acompañados de niños y animales con el único objetivo de provocar un impulso caritativo del viandante.
Todo esto, que sabéis que está ocurriendo, si lo juntamos con acciones delictivas y vandálicas que no me gusta destacar, son fruto de una sociedad mal enfocada, ambigua, y con falta de cultura. Alimentada por unos gobiernos sin ánimo de mejora, sólo miran sus intereses. Y una religión que lucha sólo con ayudas caritativas que no cubre el gobierno y con palabras, sin retos para mejorar nuestra convivencia.
Saludos
Miguel Sánchez del Río González-Anleo