Es más, el Papa Francisco ha arremetido contra la "mercantilización" y la "contaminación" de los recursos hídricos al tiempo que ha instado a habilitar un marco jurídico "vinculante" que regule el acceso a agua potable en todo el planeta.
Según las informaciones actuales, nuestro
planeta contiene unos 1.386 millones de km3 de agua. El 97% es agua salada y el
2.5% se considera dulce. Si el 90% de los recursos de agua dulce están en la
Antártida, sólo tenemos disponibles el 0.5% en depósitos subterráneos y el 0.01
en ríos y lagos.
Datos oficiales indican que tan solo el 0.007% del
agua en la Tierra es potable, y cada año se reduce más por la contaminación.
Esto nos debe hacer ser conscientes que, el agua, es un
recurso escaso y limitado. Además de un derecho en un mundo desigual. La falta
de acceso a ella es motivo de pobreza, injusticia social y crea grandes
diferencias en las oportunidades que ofrece la vida.
Sabemos que la potabilización del agua del mar no es tan
sencilla ni económica, sólo las nieves, la lluvia y los ríos garantizan ese
recurso gestionándolo de forma inteligente y con sentido común.
Las épocas de sequía, la desertización que
avanza sin tregua en algunos Países ya son motivo suficiente para que la
ciencia esté buscando agua en otros planetas.
A nuestro nivel, como ciudadanos, nos corresponde la responsabilidad de ahorrar lo máximo y no desperdiciar ni una sola gota de agua. No contaminar cumpliendo con las normas de medio ambiente y rezar para que ese orbayo que predomina en nuestro principado nunca desaparezca.