martes, 7 de junio de 2011

NEGOCIAR O PASAR EL TIEMPO

Uno de los variados cursos que he recibido en mi larga vida laboral fue el de "Negociador" en una de las principales universidades de verano especializadas sobre estos temas en España. Desde ese día, disfruté y sigo entusiasmado con las técnicas aprendidas cuyo objetivo ganar-ganar lleva consigo desarrollar infinitas ideas de mejora para ambas partes.

Leyendo la prensa estos días, pues la pantalla tonta ni siquiera me atrevo a pulsar el botón de encendido, es fácil adivinar que los que allí intervinieron no tenían ni pajolera idea de los que podría ser una buena reforma laboral.

Vosotros realmente os creéis que, por falta de novecientos segundos, se puede tirar la toalla y abandonar una negociación cuyo resultado final se convertirá en un decretazo que, finalmente acariciara la derrota para una de las partes, y un resultado nefasto para la otra con el sólo objetivo de poder cumplimentar un expediente vacío de contenido y de futuro para algo tan importante como son los trabajadores y la patronal que, al fin y al cabo son los que pueden levantar y reconducir la mala gestión de un gobierno empapado de múltiples complejos, sueños imposibles, y sobre todo con resquemores que un segundo es suficiente para zanjar algo que podría ser un punto de partida para comenzar y dar un gran paso en algo que se muestra imprescindible. Fomentar el consumo y el ahorro, hoy por hoy, es incompatible en la situación laboral en la que vivimos, las empresas están asfixiadas y no pueden ceder más, el trabajador no llega y su consumo es virtual, lo que produce un desfase en los ratios del presupuesto. Un acuerdo austero pero eficaz hubiese permitido jugar a todos en el mismo tablero y el resultado hubiese sido positivo, al menos todos tendríamos marcado el mismo rumbo. No pretendamos ocultar con negociaciones fallidas, la falta de voluntad de los participantes en querer alcanzar un acuerdo que, bueno o malo, podría ser el inicio de algo que salvase nuestra actual situación de: paro, infidelidades políticas, acuerdos bajo manga, incredulidades, dobles contabilidades, desfalcos y otras maniobras que dirigirían nuestro barco directamente a los arrecifes. Las pocas ganas de acercamiento, comprensión, entendimiento, empatía y otras formas de querer solucionar las actuales preocupaciones de los españoles conllevan a la desesperación y falta de optimismo en un entorno laboral muy resabiado, harto de asumir responsabilidades que no le pertenecen, molesto y preocupado por no saber a ciencia cierta cuando se producirá el final de una crisis anunciada hace un montón de tiempo. ¿Realmente los grandes prebostes de las finanzas conocen el algoritmo secreto para borrar de una vez por todas esta situación?, o por el contrario se han inventado plazos complementarios que nos ahogan día a día con el único objetivo de seguir viviendo a costa de los demás. Mis dudas tengo al respecto, y apostaría "si tuviera dinero" por la culpabilidad directa de los que bajo la sombra manejan nuestros hilos como si fuéramos simpáticas marionetas en las que la figura del malo, somos nosotros mismos.

Saludos

Miguel Sánchez del Río González-Anleo