“Volver con la frente marchita” después de 40 años, como
cantaba Gardel, te hace recordar lo que fue tú Villa y en lo que se está
convirtiendo.
La palabra “Cerrar” en la RAE significa “Poner fin a las
tareas, ejercicios o negocios propios de un cuerpo comercial o
industrial”. Por supuesto su antónimo es
“Abrir”.
Parece ser que, “Abrir”, en mi Villa se utiliza en casos
muy especiales y tiene tendencia a sustituirse por “Cerrar” en el momento más
oportuno.
Recuerdo vagamente el cierre de: las conserveras, la
fábrica de harina de pescado (la fedionda), las industrias lácteas, la
curtidora, la azucarera, la Industria y Laviada de botellas y garrafones (La Vidriera), y
otras que en esos años eran el motor de la economía en Avilés.
Posteriormente, llegó sin previsión, la Industria
Siderúrgica, las de Zinc y aluminio, la de vidrio de construcción y automóvil (Cristalería) que en un espacio corto de tiempo, consiguieron una gran expansión, aumento de
población progresiva y por supuesto una mayor contaminación. Tanto de nuestra
cristalina ría repleta de peces: anguilas, robalizas, panchos, incluso hasta
salmonetes y otras especies de crustáceos.
La decadencia de los ríos que desembocaban en la ría:
Arlós, Alvarés, Magdalena, Raíces, Tuluergo y alguno más donde se vertían los
residuos de múltiples industrias y explotaciones agrarias y ganaderas, han
convertido la ría de nuestra Villa en un hábitat incompatible con nuestra fauna
marina. A pesar de todas las inversiones realizadas sigue teniendo los mismos
síntomas.
La necesidad de adaptar la Villa a ese vertiginoso
aumento de población, también provocó el cierre de vetustos establecimientos
con solera, como El Paulino, Casa Máximo, Casa Venancio, Campanal, Casa Kike,
etc.
A la hostelería siempre le toca pagar los platos rotos en
cualquiera de los cambios que se produzcan.
Más tarde le llegó la hora a las librerías, ultramarinos,
y tiendas de aproximación que reducían los costes de transporte y facilitaban
los paseos por la Villa.
La decadencia de la industria provocada por la globalización,
se notó de forma impactante en el descenso de población, el paro y
envejecimiento de la población activa. Los jóvenes se fueron marchando
progresivamente abandonando las posibles salidas laborales que pudieran
transmitir sus padres o abuelos.
Los pocos emprendedores, se aseguraron un futuro incierto
en un Avilés sin ánimo de mejora. La crisis producida por la maldita pandemia y la invasión de Rusia impacta de lleno en sus dividendos, pues las ayudas y procedimientos obligados
por la administración los lleva directamente al precipicio del cierre inmediato
rompiendo todas sus ilusiones y objetivos. A pesar de ello, siguen luchando con
valentía y honor por salvar una crisis irremediable.
No consigo comprender, la actuación del equipo de
gobierno que ante tal crisis antepone a realizar obras en el municipio, sin
antes solucionar los verdaderos problemas de la Hostelería. Las enormes aceras
del Parque del muelle, quizás serán bellas en otra ocasión o son expresamente
para guardar la distancia de los peatones.
¿No sufre la Ilma. Sra. Alcaldesa observando la cantidad
de avilesinos que cruzamos el paso a nivel de Larrañaga cada día para pasear
por la ría? Sin embargo cambiar de sitio la vetusta fuente "La Maldita" no conlleva problema
alguno.
¿No le preocupa el paro?. ¿No se puede implantar en los
terrenos del PEPA una industria de fabricación automóviles que además de ser
bonitas de aspecto no contaminan. Ahora con U.S.A abierta a Europa sería más
fácil su negociación. Eso sí, hay que tener ganas y demostrar que tenemos la
materia prima a tiro de piedra.
¿No podemos mejorar la Cultura de Avilés implantando una
Universidad?
Parece ser también que hay distinciones entre calles y
barrios, pues al pasar por alguno de ellos (ejemplo: Calle Llanoponte) o Doctor
Graíño, solo puedes fijarte en las papeleras, pues la mayoría de los comercios
están cerrados por traspaso o jubilación.
Eso sí, ópticas y ortodoncias proliferan como si los
avilesinos estamos cegatos y se nos han caído los dientes. Los bancos cierran
sus sucursales para aumentar la productividad y las personas mayores sufren cada vez que tienen necesidad de desplazarse para sacar sacar su dinero.
Espero que algún avilesino “de toda la vida”, que no sea de Boal, pueda realizar en su tiempo libre un mapa de riesgos de Avilés con las necesidades actuales de las actividades de la Villa, describir su estrategia, realizar un planning y ponerlo en marcha cuando volvamos a la normalidad.
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