Según el itinerario elegido puedes observar los diferentes paisajes existentes entre una Comunidad y otra. Si al final decides ir en tu vehículo particular desde Avilés a Bilbao, te encuentras con una autovía favorable en los días que no afecte la lluvia, las heladas o la niebla según la época del año elegida.
El viaje te parece más agradable al tener a tú izquierda el mar cantábrico, el cual se termina en Bilbao obligándote a coger la autopista camino de Logroño, Zaragoza y finalmente, Lleida y Tarragona. La naturaleza va cambiando según van avanzando los kilómetros, y desde un olor agradable a uvas y vino de La Rioja, hasta pasar la sequedad de los Monegros y finalmente llegar a Lleida, donde los árboles frutales han escogido esa tierra para enraizar y brotar sus codiciadas frutas y olivas arbequinas que, una vez transformadas en un delicioso y extraordinario aceite virgen extra adquiere una denominación de los mejores aceites del mundo.
Cuando no existía la autopista y pretendías llegar al Baix Penedés, era de obligado cumplimiento atravesar el pueblo de Vinaixa, en el cual en cierta ocasión me dio por parar en un bar tienda a la izquierda de la carretera dada la sed y hambre obtenida por la longitud del viaje. Eran más de las tres de la tarde y no había clientela en el bar, salió a recibirme una señora mayor y tras preguntarle si podía darme algo de comer me contestó en su rasgado catalán que me podía preparar un entrepà, yo le dije: con un biquini y una Coca-Cola ya me conformo. Al cabo de un tiempo me llega con una bandeja que portaba dos torradas de pan más grandes que la bandeja, tostadas y untadas con tomate, y en su interior sobresalían unas lonchas de hermoso queso y de jamón de bodega cortado con hacha. Además todo venía acompañado con un porrón de litro y medio de vino tinto. En esos momentos que iba a meterle mano, entró un viajante madrileño que buscaba lo mismo que yo, le dije que sí, que servían bikinis pero del tamaño de un bañador.
Después de saciar mi sed y hambruna, regresé a la carretera atravesando esos altos hasta llegar a ese precioso valle repleto de pinos, olivos, algarrobos y cepas cargadas de uvas xarelo del cual se elabora ese delicioso vino blanco que luego se transforma junto con macabeo y perelada en un inimitable cava. Los del cava lo trataré en otra ocasión, pues tengo mucho que contaros sobre esa deliciosa bebida espumosa obtenida de una segunda fermentación.
Ya empiezo a divisar la Iglesia de Vendrell y la chimenea de la fábrica de L'Arboç. He llegado a mi destino y primero Vendrell será la parada obligatoria para subir a casa, saludar a la familia y deshacer las maletas. Mañana será otro día.
En aquellos tiempos, Vendrell tenía un olor especial cuando caminabas por su rambla y calles escondidas de planta baja. Almuerzos de forquilla, Panaderías y espectaculares Confiterías que, junto con el olor a carajillo de brandy La Cepa que desprendían los Cafés de solera como el Café España, formaban una mezcla de fragancias que jamás olvidaré.
Hoy todo ha cambiado y si regreso al pasado, no me queda otra cosa que irme a descansar de tan largo viaje.
Saludos
Miguel Sánchez del Río González-Anleo
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