viernes, 10 de abril de 2009

GRAN RESERVA 2022

La globalización alcanzó, sin darnos cuenta, la mayoría de las actividades, y sin desvelar las posibles consecuencias, extendió su manto primero por toda Europa y después cruzando el charco buscando continentes donde el bajo coste de la mano de obra suponía sin grandes esfuerzos mejorar los beneficios a costa de mantener una calidad que deja mucho que desear, y que solo se muestra en la etiqueta del producto.

A partir de ahí, la mayoría de todos nosotros no se ha preocupado de comparar si lo que pagamos por un artículo corresponde con el valor que realmente tiene. Hoy compramos gran variedad de productos fabricados y elaborados en otros países cubriendo nuestras necesidades y nos importa un pito de donde proceden.

No nos engañemos, las fronteras están abiertas a todo, pero lo autóctono debería ser prioritario y nunca sustituido por meras imitaciones que solo sirven para engañarnos a nosotros mismos. 

La calidad ha mejorado pero hay que pagarla y sobre todo conocerla, por lo tanto, consumir más a cualquier precio lleva consigo retroceder en nuestro gusto y sin despreciar a los que con grandes esfuerzos colocan en el mercado marcas de segundo orden, yo prefiero bueno y poco que mucho y malo.

Si nos centramos en algo tan esencial como la producción y comercialización del vino, ya pasaron los tiempos en que ofrecer un porrón en el bar del Arbolón, cuyos variados caldos se recibían en pellejos desde León o La Rioja, y servían exclusivamente para calmar la sed y animar las tertulias de los que por allí tenían la silla reservada sin tener pajolera idea de las propias características de lo que consumían. 

Tampoco en la ruta del vino apreciaban lo que bebían, dando más importancia al pincho que ofrecían, que a la pinta de clarete o al rioja tinto que demandaban.

Ahora las cosas están cambiando, somos más cultos y no podemos conformarnos, ni confundirnos con la simple propaganda que, sin ningún miramiento, aparece en nuestros buzones o prendida en el limpiaparabrisas de nuestros coches.

Conocer el origen, la cosecha, la temperatura, la bodega, en que forma ha sido conservado y la variedad de uva debe ser de obligado cumplimiento tanto para el que vende como para el propio cliente que, finalmente es el que paga y el que consume. 

No seamos simples consumidores, y no dejemos que entre por nuestra vista todo aquello que nos presentan y nos ofrecen a bajo precio con una calidad falsamente enmascarada. La cultura no está reñida con la economía y ya en el año 1878, la globalización trajo consigo la introducción en Europa de la filoxera, enfermedad procedente de Estados Unidos que se produjo como consecuencia de la importación de nuevas vides y acabó con la mayoría de ellas en toda España, siendo el Priorato de Cataluña una de las zonas donde se salvaron algunas raíces de lo que hoy podemos llamar el relicario vivo de nuestro mejor aliado, el vino. 

Si la variedad de la uva es garnacha, tempranillo, albariño o Cabernet Sauvignon, no importa, todo depende del gusto de cada uno, pero a la hora de consumirlo, no cofundamos las clases que diferencian a un vino de crianza, reserva o gran reserva. No olvidéis nunca que en torno a una botella, el origen, los diferentes sabores, la virtud de la cosecha, y el tiempo de crianza es la verdadera calidad para que entre amigos o pareja podáis disfrutarla hablando sobre ella.

Yo, hoy estoy disfrutando de un gran reserva 1995 de Gonzalo de Berceo en cuyo origen Haro (La Rioja) ya están brotando lo que será sin ninguna duda un gran reserva 2022.

Saludos.

Miguel Sánchez del Río González-Anleo

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