
Hoy se está hablando la posibilidad de colonizar en poco tiempo nuevos mundos capaces de albergar seres humanos con ánimo de poblar terrenos cuya afinidad con nuestro planeta compensen de alguna forma la escasez de todo lo que sin una justa medida hemos ido consumiendo y explotando a lo largo de nuestra existencia.
Han pasado millones de años para poder conseguir los niveles alcanzados, pero no ha sido fácil el recorrido, ni tampoco los aciertos de los primeros resultados. Paso a paso, desde el primer artesano, se forjaron las ideas que hoy tenemos a nuestra disposición para su disfrute, aunque algunas sean difícilmente alcanzables para la mayoría de nuestros bolsillos.
Realizado todo ese atrevimiento cabe pensar que nada está fuera de nuestro alcance, pues no es así, todavía nos falta por resolver infinidad de problemas a pesar de tanto esfuerzo, aunque para muchos erradicar el hambre, el cáncer y el SIDA no debe ser tan prioritario cuando en las espectaculares reuniones planificadas de las principales naciones (G20), solo se preocupen de medidas prometedoras para eliminar el grano infectado de la economía y personalizar encuentros de sujetos cuyos objetivos están focalizados en sacar provecho mutuo.
Por desgracia para todos nosotros, no tienen en cuenta y olvidan con gran facilidad el esfuerzo de las personas que utilizan su cerebro para generar y elaborar ideas capaces de remediar los problemas realmente importantes, los cuales, debido a su desinterés por lo banal pasan desapercibidos.
Otros tampoco cuentan con los nobles artesanos que aportan con sus trabajos manuales mejoras importantes que facilitan el confort de nuestra convivencia, intentando vender bajo una lona lo que puede ser el principio de un competente negocio; pero una vez más son olvidados y comparados con vulgares contrabandistas que nos ofrecen a bajo precio, simples imitaciones de productos de marca que algunos mezquinos compran en beneficio propio.
¿Quién ha tenido la feliz idea de eliminar por decretazo la venta ambulante en los paseos marítimos?, ¿Es imperativo tener un intermediario para vender los productos?, a lo mejor es que quieren más parados y eliminar los pocos artesanos que quedan en este país.
Por favor, eliminar la lacra de la falsificación, las importaciones ilegales, y trabajar en aras de favorecer al que con sus manos lucha por la supervivencia y las necesidades de los demás. Quiero recordar que para solventar los problemas económicos que provocó un gigantesco incendio ocurrido en Avilés en 1479, los Reyes Católicos concedieron como solución para ayudar a su recuperación, implantar el mercado semanal todos los lunes, en el cual autónomos y artesanos ponen a la venta sus productos funcionando con éxito desde hace seiscientos treinta años.
Saludos.
Miguel Sánchez del Río González-Anleo
1 comentario:
Querido amigo, qué más puedo expesarte, una vez más, que nuevamente compartir tu abierta crítica al puro y simple mercantilismo mal entendido. Como no reconocer que una economía de mercado tiene su principal basamento en el libre comercio y en la posibilidad de que el propio mercado permita y favorezca el normal fluir de la actividad cambiaria. Negar el prístino y primigenio basamento de cualquier economía es,como bien puedes suponer, dígase así, negar la mayor.
Efectivamente, amigo mío, el primer acto económico ha tenido desde que el tiempo es tiempo y la historia es historia, como poder cambiario, el trueque y, en definitiva y por ende,a los artesanos como el mejor exponente de lo que en el futuro han llegado a definirse como economía.
Que pronto se ha olvidado que los artesanos y el intercambio de bienes perecederos y de toda naturaleza han sido el origen de la prosperidad de cualquier pueblo y, por ello, nuestra Villa no ha de resultar ajena al respeto de aquellos que, desde siglos, han hecho de las mercaderías la fuente de la prosperidad de los avilesinos.
Es en ésta línea, donde nuestros políticos locales han de velar por que los artesanos y otros menesterosos a imagen y semejanza de aquellos dispongan de un área digna donde poder ofrecer sus productos al común de los mortales.
Que nuestra antíquisma plaza de abastos se vea alejada de su milenario espacio es dejar en manos de especuladores la vía de que, entre otros aspectos, los avilesinos podamos y, por qué no decirlo, sigamos gozando de cada Lunes en la Plaza.
Hagamos, querido amigo, fuerza para que lo antaño no sea interpretado como caduco sino como fuente de desarrollo.
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