El mes de diciembre es uno de los meses del año que junto con el mes de junio son especiales en mi caso, quizás por la celebración de los solsticios de invierno y verano que se celebran. Son las tapas de un libro que si lo abres desprende tantas tradiciones escritas en él, imposibles de olvidar. Desde mirar al cielo esperando ver caer unos copos de blanca nieve, encender un fuego en la cabaña de Quirós y ver esos picos que están esperando tú llegada para poder divisar una tierrina lo más parecida a uno de esos belenes que realizábamos toda la familia y dónde yo, expresamente, colocaba un oso y un lobo por los que tengo tanto cariño. Había otro animal el cual no encontraba figura alguna que se le pareciese, y es posible que tampoco hoy lo pueda encontrar en persona y es mi amigo el Urogallo.
Asturias con sus verdes valles, montañas eternas y picos casi inaccesibles en los cuales habitan y disfrutan exclusivamente rebecos, cabras de montaña y corzos son el reflejo de un gran belén dónde sólo hace falta colocar unas figuras de barro. Las últimas que coloqué junto con mi esposa fue en una pequeña gruta en el pico Gorfoli el año 2010, pero los años pasan y la vegetación ya lo ha ocultado.
En invierno, además de la montaña, mis ojos enfocan al mar, pues creo que no existe placer más agradable que pasear descalzo por los arenales de nuestras playas escuchando las olas del mar que te hablan al oído, y sin embargo parece que te encuentras solo entre el silencio de la tierra. Tus pisadas en la arena van dejando el rastro de un camino interminable que comenzó de niño y por desgracia llegará a su fin cuando el destino ponga la cinta de llegada y la puedas traspasar con los brazos en alto.
A partir de solsticio de invierno, las noches se acortan y cada día se alarga medio minuto hasta junio.
En el solsticio de junio, o sea, el 20 de junio de 2024, celebramos el día 24, una de las fiestas más antiguas y tradicionales, a la cual llamamos, ni más ni menos San Xuan, la cual también es una de mis favoritas por el sentido místico y alegre que hace aumentar los latidos de tú corazón sin darte cuenta. Es la noche de quemar en enormes hogueras todo aquello que no ha tenido un sentido positivo el año anterior. Me acuerdo de pequeño de andar pidiendo por las casas trastos viejos para formar una verdadera hoguera que hacia competencia con otros barrios de la Villa.
En éstos tiempos que vivimos ha cambiado un poco la tradición y el combustible empleado suelen ser pallets reciclados dónde se introducen cartas, papeles escritos de puño y letra dirigidos a eliminar acciones negativas. Los jóvenes participan en mayoría y la música no deja de sonar a los acordes de la las llamas.
La sidra y las canciones nunca se acaban, excepto la hoguera que llega a su fin con las rojas brasas que alguno aprovecha para saltarlas después de solicitar un hermoso deseo.
Los dos fenómenos astronómicos me encantan, pero por mis tendencias a lobo solitario, prefiero el de invierno.
Saludos
Miguel Sánchez del Río González-Anleo
No hay comentarios:
Publicar un comentario