Su historia se escucha en el silencio de sus calles, plazas y callejas. Sus barrios tan heterogéneos siempre fueron y serán las cuadernas de un gran concejo formado por miles de avilesinos oriundos e inmigrantes cuya afinidad ha sido capaz de mantener su idiosincrasia y mejorar año tras año hasta alcanzar una ciudad moderna, atractiva y cultural. Tiene fragancias de ocle de la mar, de la industria, de la montaña, y embriagadores aromas de los productos artesanos que en ella se elaboran.
Ya va siendo hora de rebajar nuestro ritmo y fijar nuestra mirada en los edificios habidos dentro de una infranqueable Muralla de la cual todavía existen verdaderos vestigios. Los avilesinos de antaño pasaron verdaderas calamidades que fueron subsanadas por su empeño, voluntad, esperanza y alguna que otra ayuda del "Fuero".
Nuestra actual arquitectura fuera de la Muralla se fue adaptando a las necesidades reales que demandaba el futuro prospero que marcó sus mayores requisitos en los años "50". Esa distinción del Avilés medieval y el moderno debe permanecer en nuestra historia y convivir juntos, pero no olvidemos que la parte más vetusta debe ser la prioritaria en cualquier tipo de restauración.
Mi pregunta es la siguiente: ¿Tan difícil es mejorar el aspecto de nuestra Villa ocultando aquellos edificios sin construir y aquellos que por necesidad son motivo de reparación de fachadas?. En cualquier ciudad que se dan las mismas condiciones, observas que se colocan toldos que ocultan las obras con decorativas fotografías de lo que será el final de obra u otras estampas.
Cada vez que paso desde el Ayuntamiento a la calle Galiana voy contando los años que desde 2009, lleva un edificio en espera de construcción, mostrando un deterioro en el aspecto de nuestra Villa y un abandono total de nuestro Consistorio Municipal.
Está muy bien que se realicen obras de mantenimiento en calles y señalizaciones, pero por favor, demos prioridad con sentido común.
Saludos
Miguel Sánchez del Río González-Anleo
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